Tal y como estaba cantado desde el día que comenzó este programa (y sinceramente, ya estaba tardando), Pablo ha abandonado este reality morboso-culinario en el que se ha convertido Masterchef. Además de parecerme completamente justo, me alegro también por él, porque creo que el tiempo que ha estado concursando lo ha vivido de una manera tan angustiosa que cada minuto que permanecía en el programa estaba empezando a restarle años de vida. La prueba fehaciente de esto la tenemos en su reacción cuando ha escuchado su nombre, mientras que todos esperábamos una catarata de lágrimas, él ha sacado una hermosa sonrisa, indidablemente una sonrisa de alivio.
Tras su eliminación, hemos aprendido que Pablo sabía sonreír (si entornáis un poco los ojos, veréis cómo le queda la melenita)
Pablo ha sido, junto a Alberto, el peor de los cocineros que ha pasado por esta edición de Masterchef y, por su carácter, uno de los que puede salir más tocados de aquí. Lo más curioso es que, por cómo habla, no daba la impresión de que fuera tan malo, pero el hecho es que, tras dos meses de concurso, sabemos que es incapaz de hacer un montón de cosas (algunas tan sencillas como cuajar unas natillas o preparar caramelo) y solo ha hecho un plato por el que haya recibido buenas críticas (quizás le salió por casualidad)
Lo que resulta más triste es que parece que Pablo se hubiera conformado con vivir una experiencia interesante de convivencia y aprendizaje, pero su carácter y ese contínuo estado de tensión, le han impedido disfrutar su paso por el concurso. Fijaros si ha aprendido poco, que dice que quiere abrir un restaurante, e incluso le gustaría ser presidente del gobierno, yo le propondría que se conformara con algo más modesto, como por ejemplo, jefe de seguridad de una central nuclear, que creo que Hommer Simpson está a punto de jubilarse....
PRUEBA DE PRESIÓN: O CÓMO HACER "ALTA COCINA" IMITANDO UN HELADO INDUSTRIAL
En esta ocasión, como prueba inicial, nos tocó en suerte una prueba patrocinada, en este caso, por una conocida marca de helados de fabricación industrial. No estoy en desacuerdo con que en este tipo de concursos haya marcas de reconocida calidad (y no me refiero precisamente a esta) que patrocinen pruebas e incluso motiven a los concursantes con premios extraordinarios para el que la gane (esto es algo habitual en el Top Chef americano), lo que si que me choca es que no tengan un mínimo filtro a la hora de elegir quién es el que pone la pasta.
Bordi Cruz, el tío del carrito
Permitir que marcas comerciales (como cadenas de comida rápida o fabricas de productos altamente procesados como estos), sean los patrocinadores de un programa que pregona la "alta cocina" hace que el discurso de los jueces muchas veces suene a cachondeo. Y que en el mismo equiparen estos helados a los de los Roca, es un insulto para los afamados hermanos, el mismo día en que han recuperado el título de mejor restaurante del mundo.
Antes de comenzar la prueba, nos mostraron, y también a los concursantes, como dar a los helados la forma de
quenelle, una técnica que se practica con una o dos cucharas para dar a los alimentos una forma parecida a la de una croqueta pero con los bordes no redondeados.
Una quenelle perfecta no es tan fácil como parece
Después apareció en el plató la mejicana Alejandra Rivas que, además de ser la esposa de Jordi Roca, regenta el proyecto Rocambolesc, heladería gourmet con locales en Girona y Platja D´Aro, que desde enero se ha extendido también a Madrid, concretamente al espacio gastronómico de El Corte Inglés.
Cada una a lo suyo
Alejandra nos presentó alguno de los helados que elaboran y sirven en sus tiendas, pero sobre todo, hizo las delicias de los miembros del jurado y finalmente de los concursantes, que pudieron degustarlos antes de ponerse manos a la obra. Una pena que la intervención de esta chica estuviera marcada principalmente por las múltiples interrupciones patosas de los jueces, que entrecortaban sus explicaciones, y por los comentarios de algunos concursantes que ponderaban más su belleza que su cualificación profesional (que es por lo que estaba allí).
Jordi disfruta como un niño de un "topping" de algodón dulce
La prueba en si consistió en preparar un helado de fresa y merengue que intentara imitar el sabor del de la tarrina, acompañado de lenguas de gato y galletas de mantequilla, presentado de forma espectacular con la ayuda de una gran variedad de elementos que tenían a su disposición en el supermercado.
Sin duda esta prueba fue la de los olvidos, porque hasta tres de los ocho concursantes se autoeliminaron al olvidar elementos absolutamente esenciales para las elaboraciones. Primero fue Pablo el que descubrió que no había cogido fresas; luego fue Antonio el que reveló que no tenía harina, lo que dificulta bastante la preparación de galletas; y finalmente Lidia se percató de que había olvidado la nata, fundamental para el helado.
Pablo buscando las fresas por los cajones
Durante la prueba los jueces, en su ronda habitual por los fogones, fueron dando las pautas de por donde iban a ir las crírticas y fueron especialmente duros con los olvidadizos, pese a que algunos de ellos intentaron subsanar sus errores con imaginación.
La anécdota la protagonizó Carlos con Samantha. El manchego pretendía preparar un crumble, pero no sabía como se llamaba eso, así que le preguntó a Samantha, que intentó enseñarle a decirlo en francés, con escaso éxito.
Repite conmigo: "puturrú de fuá"
Ya empieza a notarse mucho que los programas que están emitiendo se grabaron después del episodio del león come gamba, porque el jurado ha rebajado mucho el tono de las críticas e incluso ha empezado a ponderar en sus valoraciones cosas como el esfuerzo,la idea o el progreso mostrado por el concursante.
El primero en pasar por la palestra fue Pablo, que desde el primer momento contó con el hándicap de no haber cogido fresas para su helado de fresas. Siendo un error grave, pienso que la crítica del jurado se centró excesivamente en este aspecto, cuando quizás, asumido el fallo desde el principio de la prueba, deberían haber valorado (bien o mal) la manera en la que Pablo había intentado reconducir la situación.
Pese al intento de enmendarlo, le quedó muy flojito
Cuando Andrea se plantó ante el jurado para hacer su quenelle, era un manojo de nervios, hasta tal punto que casi no le llega el tiempo para colocarla encima de un crumble de fresa que había preparado, que tenía un aspecto sospechosamente parecido a la comida de gato. Sin embargo, y siguiendo la línea de las últimas semanas, Andrea sacó la prueba con solvencia, fue muy alabada por la ejecución del helado y por el emplatado, y a estas alturas nadie duda que va a llegar lejos en esta edición de Masterchef.
Muy cuqui
Kevin apareció en la prueba con un aspecto renovado, unas gafas de pasta que le aportaban un toque algo más cultureta, además, también parecía tener un ánimo renovado y un aluvión de ideas que despertaron todo su optimismo, "esta prueba la voy a ganar", llegó a decir. Sin embargo se emboscó en un montón de preparaciones distintas con sabores que difícilmente casaban; un "medallón" de chocolate, unas galletas de mantequilla y lima y unas almendras garrapiñadas junto al helado de fresa y merengue. El jurado habló de mezcla de elementos mal colocados, y aunque alabó el sabor del helado, la conclusión final es que era un buen trabajo muy mal acabado.
Le faltaban un par de huevos fritos
El primero que tuvo serias dificultades para construir su quenelle fue Fidel. Su helado estaba muy duro y tuvo que rasparlo bien hasta poder sacar cantidad suficiente para una ración medio decente. La crítica del jurado fue bastante dura y abundó en la idea de que este hombre se ha estancado tras su evolución inicial, hecho que probablemente le lleve a una pronta eliminación.
Su plato fue calificado de batiburrillo (palabra que usaron también en la crítica de su plato en la prueba de eliminación) y para colmo, Pepe insinuó que había copiado ideas de Sally, que estaba colocada justo delante de él, y él no tuvo más remedio que reconocer que se había "inspirado" en las elaboraciones de su compañera aunque le habían salido mal.
Batiburrillo es un calificativo bastante moderado para este pastiche infumable
Carlos había mostrado desde el principio una seguridad absoluta en el trabajo que iba haciendo, y lejos de ser una fanfarronada, poco a poco comprobamos que esa seguridad estaba justificada.
Llegado el momento de formar su quenelle, Sally, que empieza a ver en él a su único enemigo real, empezó a tensarse: "¿qué te juegas a que le sale perfecta?"
La frustración sale a borbotones
Momentos de tensión, Carlos introduce la cuchara en el recipiente, con un suave movimiento la gira sin dificultad, cambio de plano y sobre un plato magníficamente decorado aparece la quenelle perfecta, cremosa y firme, brillante y lisa, de esas que apetece meterle la cuchara sin piedad. Sally no pudo refrenarse y soltó otra perla: "te odio".
El momento quenelle que tanto frustró a Sally
Para colmo de males, tras el aluvión de alabanzas al postre de Carlos le llegó el turno a la paraguaya, y la verdad es que no salió demasiado bien parada. A su helado le faltaba grasa, por lo que presentaba grumos, la disposición de los elementos y el encaje de sabores tampoco gustó a Samantha, que lo calificó de "batiburrillo de elememntos inconexos", y la conclusión final fue que Sally no había estado a la altura,
La quenelle de Carlos era mucho más bonita
Le cuesta a Sally encajar las críticas, especialmente cuando son justificadas, se ve que su orgullo le pierde, y en este caso, volvieron a aflorar las lágrimas. Cuando volvió con sus compañeros, Carlos estaba a su lado y, por si no se había enterado antes, repitió su letanía: "te odio".
La viva imagen de la frustración
Lidia había olvidado la nata, lo que es una auténtica losa para preparar un helado. Ella pensó en sustituir la grasa de la nata por mantequilla, pero el resultado no fue nada satisfactorio y le quedó un helado muy duro y difícil de manejar. Además, preparó un garrapiñado de pistacho y le quedó hecho una pieza rígida que Samantha comparó con el turrón de Jijona (me imagino que se refería al duro).
La quenelle le quedo muy pequeña, más bien quenellita
Finalmente tomó la palabra Bordi, para echarle en cara su falta de actitud, un discurso que empieza a cansar a Lidia, porque ella esta viendo venir que va a ser el argumento elegido el día que le toque marcharse. Lejos de agachar la cabeza al estilo Pablo, Lidia se vino arriba y manifestó su desacuerdo con la crítica, e incluso llegó a decir que no debían confundir falta de llanto con falta de actitud. Aunque no vaya a ganar, Lidia ha subido muchos enteros para mi al defenderse de esta manera de la dictadura del guión al que someten los jueces a los concursantes. Bravo por ella.
Lidia defendió con argumentos su trabajo
El último en pasar fue Antonio, que había olvidado la harina, por lo que difícilmente podía elaborar galletas.Antonio intentó subsanarlo poniendo otros acompañamientos, pero el resultado fue eso, simplemente salir del apuro. Se le acusó de actuar de una manera demasiado improvisada, aunque se valoró positivamente el hecho de que, pese a todo, hubiera sacado algo medio decente.
Se han visto cosas peores
El momento de la deliberación sirvió para reabrir las rencillas entre Sally y Carlos y para inaugurar un enfrentamiento inédito. Kevin, mosqueado por las críticas recibidas por su plato y las alabanzas que había recibido Andrea, la acusó de haber usado la clara de huevo sin batir, y esta crítica no sentó nada de bien a la catalana, que lo interpretó como un claro gesto de hostilidad.
Y lo elegidos fueron Andrea y Carlos. Este último, como ganador, tuvo un premio adicional, una visita a la fábrica de los helados que patrocinaban la prueba, y los dos fueron designados como capitanes para la prueba de grupos. Andrea tuvo un recuerdo especial para su novio y su madre, a los que dedicó su segundo puesto.
Este tierno abrazo empieza a ser familiar
PRUEBA DE EQUIPOS: CADA VEZ ENTIENDO MENOS
Han cambiado tanto el modelo de prueba de equipos en esta edición de Masterchef, que ya no se qué es exactamente lo que pretenden demostrar. En la primera edición del programa, con la excusa de comprobar el nivel de liderazgo de los aspirantes de cara a trabajar en una cocina profesional, las pruebas de grupos eran mucho más homogéneas, los dos o tres mejores de la primera prueba gestionaban sus equipos en un reto que, de algún modo emulaba una situación de cocina profesional. Ya en la segunda edición, empezamos a ver como el modelo se iba desvirtuando programa tras programa, y en esta tercera, cada prueba responde a un patrón distinto en el que cada vez interviene más la arbitrariedad y menos el liderazgo o la gestión de grupos. De hecho, hay veces en que hacerlo bien en la primera prueba y luego ser capitán es claramente perjudicial.
Los concursantes llegan a la sala donde se celebra la prueba de grupos
En esta ocasión, han conseguido rizar el rizo con una prueba de grupos en la que dos de los grupos apenas cocinaron juntos, y sus respectivos capitanes no podían ejercer ningún liderazgo porque no podían intercambiar información con el resto del equipo. Por otra parte, había un tercer equipo, formado por los dos más débiles, que contaba con la clara ventaja de no tener que someterse a ese extraño sistema de relevos. Un lío sin pies ni cabeza.
Para esta prueba, los concursantes se desplazaron al teatro donde Miguel Bosé ensaya el espectáculo que tiene entre manos, excusa perfecta para preparar una pequeña comilona al cantante, a todo su equipo y a unos pocos amiguetes que pasaban por allí (músicos, actores, modelos y algún otro personaje sin oficio ni beneficio) . Eso si, teniendo en cuenta una dificultad añadida, al parecer Bosé es intolerante al gluten y a la lactosa
Miguel Bosé, irreconocible
Los capitanes fueron escogiendo miembros para sus respectivos equipos, Carlos cogió a Sally, que se sorprendió mucho con la elección, Andrea se quedó con Antonio, el charcutero se decantó por Kevin y la modelo por Fidel. En este momento, Eva sacó sus dotes de carroñera y se dedicó a meter el dedo en el ojo a Lidia y a Pablo, que aún no habían sido elegidos. Lidia no se calló y dijo que era normal que los capitanes escogiesen a aquellos que están recibiendo mejores valoraciones, dejando en el aire una cierta disconformidad con las decisiones...
Pablo, Lidia, ¿por qué nadie os quiere en su equipo, pedazo de inútiles?
El jurado entró al trapo como uno de esos Mihura que tanto gustan en este programa, e intentaron acorralar a la nutricionista, ¿qué dices, que las valoraciones no son justas? ¿acaso te crees mejor cocinera que alguno de los que están aquí?. Lidia, con mucho aplomo, salió de la situación con brillantez, mejor no, pero peor, tampoco.
La sorpresa que deparó la formación de los equipos es que los dos marginados formaron un equipo independiente, sin capitán y dedicado exclusivamente a la realización de dos postres más bien sencillos, unas natillas con islas flotantes y una tarta de nata y chocolate parecida a la Selva Negra.
Así quedaron configurados finalmente los equipos
El equipo azul de Carlos eligió cocinar un guiso de cardos en salsa de almendras y otro guiso de pollo con cigalas que recordó a aquel otro que preparara Matpollo en la edición del año pasado, que fue tan criticado por Emil y que dio para tantos comentarios en este foro. El equipo rojo de Cuqui se quedó con un pulpo a la gallega con cachelos y pimentón de la Vera y con unos ravioli de pera con salsa de gorgonzola, un plato que acabó con el equipo de Andrea y que, probablemente, habría acabado con el equipo al que le hubiera tocado.
El primer relevo lo hicieron los capitanes en solitario, es decir, Andrea y Carlos tendrían que encauzar la elaboración de sus dos platos ellos solitos, mientras que sus compañeros los observaban en pantallas de plasma desde el exterior y sus rivales de blanco cocinaban juntos sus dos sencillos postres. Todo un alarde de equidad.
Desde la comodidad, Sally se dedicó a criticar todo lo que hacía Carlos
El sistema de relevos sirvió para dos cosas, por un lado, permitió que personas soberbias como Sally se despacharan a gusto criticando todo lo que hacían sus compañeros, en personas más templadas como Fidel, sirvió para valorar en su justa medida el esfuerzo que estaban realizando sus compañeros mientras ellos descansaban tranquilamente.
Carlos, pensando en las invitadas, aunque eran altas para él (sic)
Pero vayamos al grano, valoraré la actuación de los equipos a través de los platos que prepararon. El primero en salir fue el guiso de cardos en salsa de almendras del equipo azul. Quizás el fallo principal que cometieron fue empezar demasiado tarde a prepararlos, el cardo es un vegetal fibroso que hay que limpiar muy bien antes de cocinarlo, porque esas fibras, si aparecen en el plato, son imposibles de masticar.
Tardaron mucho en la limpieza y se quedaron sin tiempo suficiente para terminar de ablandar la verdura, de modo que, aunque al parecer la salsa estaba deliciosa, hubo cierto consenso general en que el cardo había quedado algo tieso.
![]()
Un plato sencillo que puede ser magistral
Al equipo rojo de Andrea le tocó en suerte un plato sencillo y muy lucido, pulpo a la gallega con cachelos y pimentón de la Vera (cuya receta podéis ver
en este enlace), sólo cinco ingredientes, pulpo, patatas, pimentón de la Vera, un buen aceite (a ser posible que no sea de la marca Masterchef) y pimentón de la Vera. Vimos a Andrea protagonizando las clásicas escenas de asustado de pulpo, y más tarde vimos a Antonio manejando con gran esfuerzo el pulpo ya cocido.
Con ese humo rojo parece el caldero de un brujo
Podemos decir que el equipo rojo cometió el mismo fallo que el azul, no tuvo la previsión de comenzar a cocer las patatas con suficiente antelación como para que quedaran perfectas, y aunque al pulpo si supieron darle el punto justo de cocción, a algunas de las patatas les faltó tiempo y quedaron duras en boca.
Jamás he visto el pulpa a feira presentado en alegre mogollón
El segundo plato del equipo azul consistía en un mar y montaña de pollo y cigala. Reconozco que no soy nada partidario de estos pastiches que mezclan campo y playa, me parece que, en general, desperdician el potencial de alguno de los productos (recordad la polémica del año pasado sobre el respeto al producto), aunque reconozco que con esos ingredientes, tampoco puede estar malo.
Al principio, Carlos planteó el plato como un elefante que entra en un trastero, tenía muchos pollos que trocear y entre las prisas y que no había cogido el cuchilloa adecuado, iba bastante despacio. Cuando finalmente el guiso de pollo, que incuía el caldo de las cabezas de las cigalas, estaba en marcha, llegó el momento de pelar las cigalas, ya cocidas, para colocarlas en el emplatado final. En ese momento Kevin se quedó solo y tomó la mala decisión de pasarlas por la plancha con la excusa de que no conseguía se pararlas de la cáscara. Hubo un momento en que parecía que Sally se iba a meter dentro de la tele.
Sujétame Carlos, por cierto, te odio (segundos después comenzó a girarle la cabeza)
Pero entre los consejos de Pepe y la reincorporación de sus compañeros de equipo al trabajo consiguieron sacar un plato muy bueno que gustó mucho a los ilustres comensales y posteriormente fue calificado por los jueces como el mejor de la noche. Eso si, racanearon muchísimo con la cigala, no hay más que ver el plato que mostraron los jueces como ejemplo al principio y el que finalmente presentaron los del equipo azul.
El pollo con migaja de cigala del equipo azul tenía muy buena pinta y estaría muy bueno...
...pero esta vez, me quedo con el de los jueces
El plato más complicado de la noche fue el segundo plato del equipo rojo. Yo nunca he trabajado una masa hecha completamente con harina sin gluten, pero creo que quedó muy claro que es muy difícil de preparar, no amalgama bien y es muy delicada al formar finas láminas, con mucha tendencia a quebrarse.
Al aplanarla, se desmenuzaba
Vimos a la pobre Andrea dejándose la piel para ablandar esa masa (y sus compañeros, afortunadamente, también la vieron), después probó añadiéndole aceite y todo seguía igual, más tarde fue Fidel el que cogió el relevo con idéntico resultado e incluso llegó un momento que el mismo Miguel Bosé se enfundó el delantal para intentar echarles una mano y sacar adelante el plato.
Bosé dio algunas pautas, pero ya la masa estaba bastante perdida
Lamentablemente, todos los esfuerzos fueron en vano, primero vieron salir los postres por delante de su plato, y finalmente Jordi certificó que era imposible sacar nada, así que el equipo rojo quedaba condenado a la prueba de eliminación.
A partir de ahí, Andrea era puro desconsuelo, y hay que alabar la actitud de Antonio y Fidel, que lejos de cargar las tintas contra su capitana, asumieron junto con ella la responsabilidad del desastre y se esforzaron mucho en consolarla.
Andrea es tan cuqui, tan achuchable
Pero el peor de los desastres lo protagonizó Pablo, que una vez más, naufragó estrepitosamente de pura incapacidad en un postre tremendamente sencillo, natillas con islas flotantes. Este plato forma parte del repertorio de Samantha (aquí podéis ver
mi adaptación de su receta que, no es por nada, tiene mucha mejor pinta que la de Pablo) y consiste básicamente en unas natillas cuajadas sobre la que se colocan trozos de clara a punto de nieve cocidos en agua y se decora con caramelo líquido. Algo trivial para alguien que ha sido seleccionado de entre 15000 cocinillas.
Esto es empezar el plato con buen pie
Lo primero que hizo el muchacho fue poner a calentar dos grandes cacerolas con leche. Bueno, pues unos minutos después, una de ellas hirvió y derramó parte de su contenido sobre la hornilla, la encimera y sobre todos los recipientes de servir que estaban debajo. Si Lidia no le hizo a Pablo la de Zidane en la final del mundial de Alemania es porque la nutricionista tiene un temple digno de un monje tibetano.
Después de perder muchísimo tiempo limpiándolo todo y de dejar medio encarrilada la crema de las natillas, se puso con las islas flotantes. Basta con batir las claras a punto de nieve con azúcar glass, poner abundante agua a hervir e ir añadiendo cucharadas al agua hirviendo para que se cueza durante unos cinco minutos, después se escurren en papel absorbente y listo. Pues por alguna razón desconocida, Pablo decidió hacer minúsculas salchichitas flotantes, que a la hora del emplatado final quedaron ridículas.
Pablo muestras sus salchichillas a Rafa el de La Unión
Pero ahí no acaba todo, donde Samantha había dicho caramelo, la joyita entendió almíbar, y allí que esperaba con una olla lena de almíbar que se cuajaran las natillas. Cuando se enteró del error, todo eran prisas y desconocimiento, porque está claro que Pablo no sabe hacer caramelo. Fueron varios los intentos fallidos, pero cuando Samantha lo vio aparecer con una parrilla de asar carne llena de caramelo duro y pegado y una cucharita de plástico para servirlo, sinceramente temí por su vida.
Creo que no hace falta reproducir sus palabras.
Pero no se vayan todavía que aún hay más. Algún fallo debió cometer en la elaboración de las natillas, que no cuajaron ni un poquito. Con todos estos elementos, el resultado fue esperpéntico, una especie de batido completamente líquido (los comensales agitaban las copas como si fuera un gin tonic) con dos salchichillas blancas muy mal puestas y cuatro pegotes de caramelo solidificado, que además no debía de estar ni bueno, porque nadie le metió mano. Creo que esto supera incluso el nivel del león come gamba, deberían prohibirle a este tío el acceso a cualquier cocina, incluso a la suya, por el bien de la humanidad.
Ni poniéndolo de cerca mejora
Lidia tuvo una participación mucho más lucida. Su bizcocho consistía en capas de bizcocho genovés (
aquí la receta) intercalados con nata. chocolate y mermelada. Después del agitado inicio de la prueba, lo preparó sin sobresaltos sin hacer mucho ruido y sin tener mayores problemas, y el resultado, gustó mucho al público.
El plato está como usado, ¿no?
Bueno, pues como podréis imaginar, el resultado fue el esperado, el equipo azul se salvó de la quema, mientras que los equipos blanco y rojo pasaron a la eliminación. Eso si, antes de marcharse, Miguel Bosé tuvo el detalle de cantar un par de canciones en directo para los concursamtes. entonces si vimos un Pablo pletórico, abrazado a sus compañeros y bailando al ritmo de Bosé, me volvió a invadir la triste sensación de que para Pablo era mucho más importante sentirse valorado y aceptado que el propio concurso.
Efímeros momentos de felicidad
PRUEBA DE ELIMINACIÓN: CÓMO CAER POR TU PROPIO PESOCinco eran los candidatos que se enfrentaban a la prueba de eliminación, Antonio, Pablo, Lidia, Andrea y Fidel. Al entrar al plató se encontraron con una caja misteriosa, y al destaparla encontraron cuatro productos de calidad que serían los protagonistas de las pruebas: atún, carrilleras, cocochas de bacalao y gamba roja.
He vistos atunes congelados con mejor pinta que ese
La razón por la que estaban allí precisamente esos productos era que cada uno de ellos había sido escogido por uno de los cuatro ganadores de las ediciones anteriores de Masterchef y Masterchef Junior, Juan Manuel, Mario, Vicki y Manuel. Aparecieron por el plató y cada uno de ellos contó la historia de su producto. Juanma, Vicki y Manuel están casi iguales, pero Mario se ha hecho grande y cada vez se parece más al protagonista de la película UP.
Parecidos razonables
Así pues, la prueba consistió en preparar en un plato libre en el que utilizaran los ingredientes que habían aparecido en la caja.
Antonio ha ido cogiendo poco a poco confianza, sigue sin cocinar nada de bien, pero al menos ya no es el tipo antipático de mal perder que vimos en los primeros programas, de hecho, se mostró amable y divertido con los niños cuando estos vinieron a visitarle en su puesto de cocina.
Antonio bromeando con Manuel y Mario
En cuanto a su elaboración, se decantó por un mar y montaña (y dale). Guisó las carrilleras hasta sacarles un jugo concentrado y luego preparó una especie de tataki de atún regado con la salsa de las carrilleras. Al conjunto lo llamó carritaki, nombre que podía haber firmado perfectamente Carlos el de Top Chef, y pese a las reticencias iniciales del jurado, el veredicto fue positivo. Se me pusieron los pelos de punta al escuchar la palabra evolución en boca de este jurado (recordamos que la evolución es esa arma letal que este jurado esgrime cuando el cándidato oficial está en serio peligro de expulsión y no existe otro argumento al que sujetarse), creo que Antonio llegará lejos.
Carritaki o tatallera, según se mire
El desempeño de Pablo en esta prueba creo que es un fantástico resumen de su paso por este programa. Un cotinuo quiero y no puedo inicial, seguido de un ni puedo ni quiero que le lleva a intentar preparaciones imposibles para su nivel abocadas desde al fracaso desde el primer minuto.
Lo primero que hizo fue meter un tronco de atún en una bolsita de vacío con litro y medio de salsa de soja. Carlos lo vio en seguida, demasiada soja, eso le debió de quedar tremendamente salado.
Después, desveló a Pepe que para acompañar su tataki, había pensado en preparar un ceviche, pero entre que le faltaban la mitad de los ingredientes y no pegaba ni con cola con el tataki, Pepe consiguió disuadirlo y a cambio de eso preparó unos purés de habas con ajo crudo y de zanahoria.
Por favor, que no cumpla su deseo de abrir un restaurante
El resultado, como podéis ver en la foto, fue muy lamentable y el jurado no se apiadó de él, aunque hay que reconocer que tampoco se ensañó como otras veces. El tataki lo había puesto crudo, en lugar de pasarlo por ligeramente por la plancha (mirad
por ejemplo este) y además era lo único en el plato que tenía algo de cocina. El puré de habas sabía mucho a ajo (y no es la primera vez que le ocurre) y el otro no sabía a nada. Pablo, con la soga ya el cuello, empezó a comerse las uñas y a lloriquear.
Joder, el día de la marmota (esto ya lo habíamos visto antes ¿no?)
La gran triunfadora de esta prueba fue Lidia, que esta vez si que demostró esa palabra que empieza por e y que tanto gusta a los jueces. Diseñó el plato concienzudamente tomando mucho más riesgos que en ocasiones anteriores, y como el mundo es de los valientes, la jugada le salió bien y le quedó un plato estupendo y bien presentado donde los sabores quedaron muy bien integrados (en opinión de los jueces)
Por fin Lidia se llevó una alegría
Cuando recibió tan buenas críticas, Lidia rompió a llorar, momento que Bordi intentó aprovechar para defender sus argumentos, pero Lidia, luchadora en todo momento reforzó aun más su argumentación, "intento que las cosas malas no me afecten, por eso sólo lloro con las alegrías, con las penas, no"
Hace unas cuantas semanas que Andrea parece contar con el beneplácito del jurado y casi todo lo que hace, que suele ser bastante normalito, se convierte finalmente en algo bueno, ingenioso, creativo y original. En esta ocasión volvimos a ver este fenómeno, porque cuatro gambas aplastadas con 13 gotitas de puré de zanahoria, unas hierbas cocidas en lo alto y su vinagreta, sinceramente distan mucho de ser "un plato muy bien pensado y ejecutado", como lo calificó el jurado, por muy buena que estuviera la vinagreta, como bien apuntó Samantha.
Solete come gamba (aplastada)
Fidel confirmó en esta prueba que está estancado en una dinámica que sólo puede llevarlo a la calle (más pronto que tarde). su plato aunaba elementos muy dispares como una crema de espárragos y una salsa americana y da la sensación de que Fidel piensa que poner muchos elementos en el plato es mejor que poner menos elementos pero bien equilibrados. La crítica del jurado se centró enla ejecución, aunque siguiendo la tónica buenrrollista de este capítulo, se valoró positivamente su intención.
Mejillón come gamba (con peluca)
Como bien apunta nuestro querido y certero Dolandus en los comentarios, no se entiende como ninguno de los concursantes utilizó las cocochas, un producto excepcional que además permite un gran lucimiento.
La despedida de Pablo fue su liberación. y no soltó ni una lágrima, aunque Eva lo intentó con insistencia. Se conoce que Pablo se había sometido a si mismo a una presión excesiva y el dejar de sentir esa presión ha liberado un resorte del que no teníamos noticias (al menos en él), la sonrisa.
Sus últimos minutos nos depararon también otro momento amargo. Agitando la mano hacia los que le observaban desde el balcón, les gritó, ¿al final he encajado o no?, sin duda, Pablo, te has equivocado de ventanilla.
Estuvo a punto de dormirse, debía de estar soñando cuando habló de montar un restaurante
ESTA CRÓNICA ESTÁ EN PROCESO DE ELABORACIÓN Y SE IRÁ ACTUALIZANDO A MEDIDA QUE MIS OBLIGACIONES ME PERMITAN COMPLETARLA. GRACIAS