Llegamos al ecuador de esta accidentada edición de Masterchef y seguimos viendo como los concursantes menos televisivos van cayendo eliminados sin piedad. En esta ocasión le ha tocado el turno a Víctor que en la cocina no ha demostrado gran cosa y no ha sabido, como otros, ganarse el puesto a base de otros méritos patético-sentimentales.
Víctor se desquició en la prueba de eliminación.
Destacaré en esta introducción que el jurado lleva un par de semanas mucho más comedido, se ve que las abundantes críticas van haciendo mella en el equipo de producción y montaje y nos intentan mostrar una imagen más moderada, ecuánime e incluso amable de los tres chefs. Como consecuencia de esta tendencia, hemos tenido un programa más tranquilo, hemos visto mucha más cocina e incluso hemos tenido dos amagos de masterclass.
Pero pese a ello, me he quedado muy sorprendido con las extemporáneas y a todas luces excesivas broncas que se ha marcado Bordi con Sally y con Carlos. A la primera le ha echado en cara su falta de progreso y le ha instado a espabilar, cuando ha sido hasta el momento la que mejor ha cocinado. A Carlos, le ha dado por haber hecho un comentario sobre una elaboración de Kevin durante la prueba final, que ni siquiera llegaba a ser crítica. Resulta extraño que precisamente salga a defender a Kevin, que desde el balcón no deja títere con cabeza. Parece que, siete semanas después, quieren mostrarnos lo ecuánimes que son, abroncando también a los favoritos, para que veamos que no siempre van a ser Pablo o Kevin los atacados.
Bordi sobredimensionó las palabras de Carlos...
...pero Carlos se defendió bien al considerar injusta la crítica.
PRUEBA POR PAREJAS CON PRESIÓN AÑADIDA: EL QUE PIERDA A LA ELIMINACIÓN
Tocó esta vez, para comenzar el programa, la ya clásica prueba por parejas que se van alternando en los fogones. Una prueba perfecta para las intenciones del programa, porque en estos casos, los malos malísimos y los que se creen herederos de Subijana son incapaces de disimular su prepotencia y suelen ponerse bastante bordes con sus "ineptos" compañeros.
Antonio intenta trabajar, con Mila gritando en lontananza: esto es pasión en la cocina
No sabemos con qué criterio, pero las parejas venían preasignadas. Kevin con Pablo, Mila con Antonio, Carlos con Andrea, Sally con Fidel y Lidia con Víctor. A priori, la cosa pintaba mal para Kevin y Pablo, si ya les dan cera cuando trabajan por separado, era previsible que les dieran doble cera si cocinaban juntos. Y así fue. Además, en este caso los que perdieran tendrían doble castigo porque irían a la prueba de eliminación directamente.
La prueba consistía en una doble eleaboración. Por una parte tendrían que preparar un capón deshuesado y relleno partiendo del bicho entero, por otra parte disponían de una masa de pan lista para darle forma y la última fermentación y un montón de cositas para ponerle dentro.
Llegado este punto, es difícil hacer un mal pan
Fue entonces cuando apareció en el plató Jordi Morera, artesano panadero de L´espiga D´or, para enseñar a los concursantes qué tenían que hacer con la masa que tenían. Me hice la ilusión de que nos iban a dar una masterclass de panificación, y la verdad es que fue precioso ver la delicadeza con la que este hombre manejaba los trozos de masa, pero no es menos cierto que resultó frustrante el poquísimo tiempo que le dedicaron en el montaje y nos dejaron con la miel en los labios. ¿Merece la pena traer a un profesional cualificado y prestigioso para darle un minuto y medio en el montaje final? Yo creo que no.
Jordi Morera currándose una trenza de semillas
La pareja formada por Kevin y el Karganteka no tuvo mucho protagonismo en la primera prueba, de hecho, apenas les vimos cocinar, quizás porque el montaje se centró en los gritos que Mila le daba a Carlos o en los nervios de Sally, que no se fiaba ni un pelo de Fidel.
El hecho es que fueron casi los últimos en terminar de deshuesar el pollo, primero porque ninguno de los dos tenía mucha idea, segundo porque ambos son más bien tranquilos y tercero, y quizás lo más importante, porque fue la única pareja que se organizó de manera diferente, en vez de ir siguiendo el trabajo del otro, cada uno se encargaba íntegramente de una elaboración.
Pablo se centró en preparar el relleno y Kevin deshuesó
Quizás por estas razones, les faltó algo de tiempo para el horneado y el resultado final fue un capón dorado pero no mucho, que además cuando fue cortado soltó un caldito sanguinolento bastante desagradable.
Bastante gore (para ser un pollo)
Más delito tiene en mi opinión el mamarracho que hicieron como pan. No se muy bien quién es el que les ha dicho a estos señores que el pan hay que hornearlo con la puerta del horno abierta. Jordi Morera les había dicho precisamente lo contrario, al principio 230 o 240 grados para que el pan suba con fuerza y después un poco menos para que termine de cocerse sin quemarse. Como bien dijo Pepe, la puerta abierta hace que baje mucho la temperatura y no se consiga el efecto deseado. Si a esto sumamos que no respetaron el tiempo necesario para que fermentara después del formado de la pieza, el resultado fue el esperable, unos bollos apelmazados y medio crudos de aspecto incomible.
La comparación entre los panes de Morera y los de la doble K es dolorosa
La "suerte" deparó la unión de Andrea y Carlos, la bella y la bestia o la cuqui y el choni, como queráis. Ya sabemos que Andrea de creatividad no entiende, pero cuando sigue unas pautas no se defiende mal. en este caso se vio que la pareja funcionaría desde el primer momento.
Andrea mira con rendida admiración a Carlos
La cosa fue sencilla, Andrea cedió el mando de las operaciones a Carlos, y éste, que cada vez da más el cante que de cocina sabe mucho más de lo que dice, se encargó de todo, asumió el deshuesado y fue dando a la insustancial modelo todas las instrucciones necesarias para que no se equivocara y el resultado fue bastante bueno, sobre todo si lo comparamos con los de los demás.
El capón , sin estar perfecto, quedó bastante mejor que los demás...
...igual que el pan, que siendo bastante flojito, destacó entre los truños de las otras parejas
Al capón le faltaba horno, pero al menos ya no se percibían sus constantes vitales, ni sangraba. Por otra parte, tuvieron el acierto de acompañar su pan con abundante jamón, por lo que en la cata pasó bastante desapercibido el hecho de que la cocción no había sido correcta y el pan se rompía al cortarlo, pero claro, resultaba mucho más llamativo que Pepe montara su numerito haciéndose un bocata de jamón de medio metro.
Con la gracia que nos hacían estas cosas antiguamente...
La pareja formada por Sally y Fidel prometía ser un equipo muy solvente, pero la paraguaya se siente tan superior a todos los demás (a lo mejor porque ha estudiado más cocina que ellos), que no confía absolutamente en nadie. Un fallo de entendimiento entre ambos, Fidel creyó que era él el que tenía que entrar en el supermercado al principio de la prueba, hizo que Sally se desquiciara y a partir de ese momento fuera un manojo de nervios.
Sally, descompuesta por no poder intervenir
Los comentarios llegaron a resultar hirientes por momentos para Fidel, en todo momento hablaba de SU capón o de SU pan, obviando el detalle de que se supone que eran un equipo en el que ambos habían trabajado a partes iguales.
El resultado fue un capón de buen aspecto que fue bastante alabado por el jurado, pero sin embargo presentaron un pan doradito por fuera pero bastante crudo por dentro, que había sido horneado a demasiada temperatura y además no había pasado por la última fermentación, un auténtico bodrio incomible.
Fue aquí donde Bordi saltó de manera inopinada para criticar a Sally, dejando caer que su falta de progreso podía costarle caro. Empiezo a barruntar que a Sally le puede haber tocado el ingrato papel que cumplió José David en la primera edición y Emil en la segunda, la del que sabe cocinar muy bien pero sabe que no va a ganar ni de coña, porque en el momento que interese, saldrán con el rollo de la falta de progreso para eliminarla. Tiempo al tiempo.
Una de cal...
...y una de arena
Uno de los peores resultados de la prueba lo obtuvieron Lidia y Víctor. Si bien cocinaron en buena armonía, cosa que no se puede decir de otros, presentaron un pan que, pese a no tener mal aspecto, adolecía de los mismos errores que los de muchos de sus compañeros, falta de fermentación y excesiva temperatura de horneado.
Bonitos por fuera, crudos y apelmazados por dentro
En el capón metieron la pata hasta el fondo. En concreto, fue Víctor el que propuso saltear la carne del relleno para asegurar la cocción de la misma si faltaba tiempo de horneado, pero luego fue incapaz de ligarla con el resto del relleno. El resultado fue que era imposible cortar una tajada medianamente consistente porque el relleno se desmigaba completamente.
Migas de capón
Los momentos más desagradables de la prueba los protagonizaron Mila y Antonio. Desde el primer momento la valenciana se colgó los galones y decidió ningunear al presuntamente simpático andaluz. Todo el tiempo que Antonio se pasó intentando deshuesar el pollo, Mila se lo pasó cuestionando su capacidad para hacerlo, y así es imposible hacer nada decente, en especial si no eres especialmente hábil, como es el caso de Antonio.
Antonio, ¿tu sabes lo que es un pollo?
Entre muchos gritos, reproches y quejas fueron avanzando en la elaboración de sus platos y casi se puede considerar un milagro que presentaran algo ante el jurado.
El capón fue el más doradito
El capón era el que mejor aspecto tenía de los cinco, pero ya estamos acostumbrados a que el aspecto muchas veces choca con la opinión de los jueces que son los únicos que saben realmente si el plato está malo o bueno. Y en este caso, no estaba bueno, la queja principal fue que estaba demasiado crudo el relleno. Sinceramente creo que en esta prueba es lo que iban buscando porque no se vio a nadie perder el tiempo y tres de los cinco rellenos estaban demasiado crudos.
Otro pan sin fermentar
En el pan también cometieron el mismo fallo que otros de sus rivales, lo hicieron demasiado tarde y no le dieron la fermentación final, por lo que el pan quedó apelmazado y crudillo por dentro.
Con estos mimbres, el jurado tenía una decisión difícil entre manos. Yo hubiera castigado el fallo técnico de Víctor en el capón y hubiera elegido a él y a Lidia como los perdeodres, pero el jurado ni siquiera los señaló entre los dos peores, que fueron las parejas Mila-Antonio y la doble K.
El rendimiento de ambos equipos fue similar, pero la doble K trabajó en armonía y los otros dos por poco se matan, pero sorprendentemente, en vez de restar, esta actitud sumó, porque el jurado interpretó, a su extraña manera, que esto era "pasión en la cocina" y así nos vendió la moto para condenar a los que todos sospechábamos que iban a caer, Kevin y Karganteka.
La pareja cuqui-choni celebra su éxito con mucho cariño
Y Kevin nos muestra sus otras armas
PRUEBA DE GRUPOS: NAUFRAGIO EN EL PARAISO
Cuando escuchas eso de que las Canarias son las islas afortunadas y que es un paraíso todo el año uno tiende a pensar que es un relamido eslogan setentero para atraer el turismo. Eso puede ocurrir hasta conoces en persona cómo son las islas y te das cuenta de que el eslogan no sólo no hace justicia a las maravillas que esconden sino que se queda muy muy corto.
El teide es solo uno de los muchos atractivos de Tenerife
La idea de hacer pruebas exteriores en localizaciones singulares que además posean productos de calidad podía ser un lugar común en los programas de Masterchef, es más, para mi sería lo adecuado, tratándose de una cadena pública que no debería regirse por los habituales criterios comerciales que siguen las cadenas privadas.
La prueba comenzó así, con un traslado a la isla de Tenerife y una descubierta de la riqueza cultural y gastronómica de la que disfrutan en esas tierras.
Algunos concursantes descubrieron que las patatas salen del suelo
Después, un nuevo traslado llevó a los concursantes a la cima del Teide, donde les explicaron cómo sería la prueba.
La primera sorpresa es que en vez de la cuqui y el choni, los capitanes serían Kevin y Pablo, y su labor al frente de los equipos podría redimirlos de participar en la prueba de eliminación. En resumen, como siempre, el equipo que pierde es el que va a la eliminación, Para esto no hacía falta tanto rollo de que el que perdiera a la primera prueba estaba condenado a la eliminación.
Andrea encajó muy mal no ser capitana
La clave de la prueba fue la elección de los equipos, en la que Kevin, con gran torpeza, dejó que Pablo se llevara a los dos pesos pesados, quedándose él con un equipo mucho menos potente. en resumen, Pablo lideró el equipo azul de Carlos, Lidia, Sally y Antonio y Kevin capitaneó a los rojos, Mila, Andrea, Fidel y Víctor.
Pese a la altura, los equipos volaron bastante bajo
Cada equipo se encargó de preparar un menú compuesto por un plato principal y un postre, todos ellos platos típicos de la zona y de maridarlos con una serie de vinos tinerfeños que habían estado conociendo por la mañana.
El equipo azul se quedó por el que estaba compuesto por rancho canario y quesillo con chantilly, un guisote con fundamento pero bastante sencillo y una especie de flan elaborado con leche condensada que tampoco revestía especial complicación.
Menú austero
En la misma línea de optar por la sencillez, al equipo rojo le tocó en suerte un guiso de costilla con papa vieja y de postre, bienmesabe. Si os fijáis, hasta ahora las pruebas de equipo siempre han tenido el mismo patrón, platos tirando a facilones que se complican por la intervención del jurado (como en Andorra) o por que el tiempo es excesivamente corto. El resultado es que el acabar en la prueba de eliminación depende en demasiadas ocasiones del azar o de la arbitrariedad de los jueces.
Fijaros en lo llenos que están los platos, acordaros para dentro de un rato
En esta ocasión no hubo visitantes ilustres de los de genuflexión y baboseo, sino un conjunto de personas corrientes, algunas celebridades locales, a los que les dieron mucha menos bola que a los ilustrísimos habituales.
En este caso, se instó a los capitanes a asignar cada plato a dos miembros del equipo y quedarse ellos coordinando. Pablo asignó el rancho canario a Carlos y a Lidia y el postre a Sally y Antonio. Kevin, por su parte designó para el primero a Víctor y Andrea y para el postre a Fidel y Mila.
El equipo rojo partía, a priori, con clara desventaja, y esa sensación se empezó a confirmar desde el minuto uno. Nadie estaba contento con lo que le había tocado, en especial Andrea que se había hecho la idea de hacer el postre y se sintió muy perdida ante esa extraña novedad de la cocina molecular a la que llaman "guiso".
Andrea ahora se nos queja de que no le han dejado hacer el postre cuqui
El equipo rojo se acopló mucho mejor al trabajo. Carlos tomó el mando del guiso, una garantía, mientras que Sally hizo lo propio con el postre, mientras tanto, Lidia y Antonio asumieron sus papeles de pinche sin rechistar. Además, como Pablo no estaba estorbando ni lloriqueando, todos contentos.
Antonio le hizo el trabajo sucio a Sally
Con el equipo rojo enfurruñado lento y con el azul mejor avenido, llegó el elemento desequilibrante. A mitad de la prueba, Bordi Cruz les enseñó a preparar unas ensaladas de melón y de piña servidas en la propia cáscara de la fruta, y les encargó a cada equipo que prepararan 80 raciones.
Que se vean esas tres dos estrellas Michelin
El trabajo era de lo más tedioso y de lo menos creativo, vaciar 80 melones o piñas es una tarea árdua, casi lo de menos era lo que llevaran dentro.
En cualquier caso, los equipos empezaron con calma, pero en seguida se dieron cuenta de que no iban a llegar y fueron dedicando cada vez más esfuerzo a la ensalada. Otra vez fue el equipo azul el que tomó la delantera en cuanto a organización, principalmente por la indecisión de Kevin, que, pese a que los de su equipo se ofrecían para ayudar, parecía peleado con el mundo y no terminaba de decidir qué es lo que había que hacer.
La indecisión de Kevin le llevó a tener problemas con todos
La consecuencia final de todo esto fue que el equipo rojo fue acumulando retraso y los chefs, en heroica acción, tuvieron que enfundarse las chaquetillas y rescatar a los de Kevin para que pudieran sacar adelante los platos.
Bordi imparte su bendición a la intervención en el equipo rojo
Lo primero en salir fueron las ensaladas, bueno, al menos la del equipo azul, porque la del rojo se hizo esperar bastante. La ensalada era un cutrerío, pero no porque la hubieran hecho mal, sino porque conceptualmente lo era. Recordaba mucho a los cócteles de marisco que tan de moda estuvieron en la época del melón con jamón.
Lo podían haber servido en "Vacaciones en el mar"
Pero la del rojo, además de ser muy tardía fue aún peor, porque con las prisas emplataron (o enmelonaron) de prisa y corriendo y cada ensalada les quedó distinta, siendo la media bastante cutre (cuatro hierbas mal puestas, peor aliñadas y sin apenas langosta, que es lo que debería alegrar un poco el plato)
Pregunta para Bordi. Si la cáscara del melón no se come, ¿para qué la pones?
Después llegó el turno a los principales. el equipo azul, que había hecho los deberes, presentó un plato apetecible y contundente, aunque de raciones bastante escasas, en un lugar donde si pecan de algo es de excesivos. Los invitados destacaron cómo habían atinado con el sabor. Sin embargo, este guiso va "engordado" con papas y fideos, y ni lo uno ni lo otro tuvieron la suficiente presencia en los platos de los comensales.
¿No había un plato que no estuviera medio comido?
El equipo rojo nuevamente se retrasó mucho, y ni siquiera con la ayuda del jurado consiguieron sacar un plato medio decente. Una mísera papa, acompañada de un ridículo trozo de maíz y de una costilla completamente cruda, todo ello aderezado con un mojo verde elaborado por Bordi. Uno de los invitados tiene un restaurante cuya especialidad es este plato y tengo que decir que admiro la templaza con la que este hombre afirmó, sin esbozar una leve sonrisa, que estaba bastante bueno.
Cocina de autor....para perros (os acordáis de la foto de antes)
A estas alturas ya estaba todo bastante decantado, pero el postre desequilibró aun más la cosa. El equipo azul tenía un postre más sencillo y lo ejecutó bastante bien. Como decíamos antes, el quesillo es una especie de flan de leche condensada de elaboración sencilla, que en este caso se acompañó de caramelo líquido y chantilly.
Masterchef Junior, nivel aficionado
En el equipo rojo, Mila destapó la caja de los truenos. Ella era la encargada del postre, y fue la responsable de que saliera fatal. El bienmesabe consiste en una pasta de almendra, azucar y huevo que debería fondear el plato y que finalmente debía de quedar coronada con unos pegotitos de mousse.
En vez de estar pendiente de la elaboración, Mila se dedicó a mariposear de un lado para otro ofreciéndose para ayudar, y al final, esa falta de atención acabó por arruinar el postre que parecía más un bizcocho de soletilla coronado con ¿gachas? ¿requesón? ¿pan mojado? Juzgad vosotros mismos, se admiten interpretaciones.
Recordemos otra vez la foto de antes. Cualquier parecido, pura coincidencia
Descubrimos en el programa de ayer que el canario es complaciente y bien educado, y los comensales, en lugar de tirárselo a la cara a su perpetradora, mantuvieron el tipo. Kevin, sin embargo, cargó duramente contra Mila, que aguantó el chaparrón que merecía balbuceando no se que chorrada de respeto a la edad y que no sabía hacerlo.
Mila, deseando que se la trague el Teide
Esta vez estuvo todo tan claro que no hubo deliberación, incluso antes de que acabara la prueba Pepe comunicó a Pablo que él y su equipo estaban libres de la eliminación. Pepe tuvo que soportar dos intensos "si, chef" a escasos centímetros de su cara y por unos momentos temimos que Pablo le comiera la boca al toledano allí mismo, en tan singular paisaje.
¿De quién es esa mano a la espalda de Pablo?
Kevin, por su parte, seguía muy ofuscado con Mila cuando le comunicaron la noticia, y encajó muy mal que no hubiera habido deliberación. Creo que, por una vez, no hubo duda alguna en la decisión, que, visto lo visto, se puede considerar más que justa,
Kevin doblado de ira frustración ante el inmenso Teide
Como premio adicional, los ganadores de la prueba visitaron el local de Diego Guerrero, donde pudieron disfrutar de una masterclass del afamado chef. No así nosotros que apenas pudimos disfrutar de un resumen de un minuto de tal evento.
Visto y no visto
PRUEBA DE ELIMINACIÓN: ABRIR UNA LATA NO ES COCINAR
Cinco candidatos y una sola eliminación. Kevin, Víctor, Mila, Andrea y Fidel se enfrentaron a la prueba de eliminación menos concurrida hasta el momento, y Kevin parecía tener la espada de Damocles sobre su cabeza.
En esta ocasión, la prueba constaba de una caja sorpresa, que al ser destapada nos descubrió la presencia de 80 latas distintas por cada concursante.
Y ahora, a abrirlas todas
Con el contenido de todas esas latas anónimas, y con un pequeño suministro de productos básicos, los concursantes debían intentar preparar algo cocinado y decente. Cabe pensar que todos ellos empezarían como locos a abrir una a una las latas, pero ayer nos enteramos que abrir latas no es nada cuqui, por eso Andrea se limitó a abrir unas poquitas y a trabajar con esos ingredientes.
Andrea, una caricatura de sí misma
Era una prueba complicada, teniendo en cuenta que en las latas los productos suelen venir ya listos para comer, por lo que reelaborarlos no suele ser fácil y puede tener resultados catastróficos.
Mila invirtió muy poco tiempo en abrir latas, y se quedó con la ventresca de atún en cuanto la encontró. Luego, en un alarde de creatividad sin límites, se limitó a hacer unas torillas rellenas, es decir, una tortilla francesa, con una rallita de atún, enrollada a modo de crep. Sin duda Ferra Adrià debe estar pensando en ella para la parte creativa del Bulli (para cuando vuelva a abrir).
Joder, jugarse la eliminación con esto
Pero no contenta con esto, todavía tuvo tiempo de perpetrar una crema fría de cangrejo rey, que incluía, entre otros ingredientes, el aceite de la ventresca. Repugnante, en palabras de Samantha.
Pero sorprendentemente (es un recurso literario, porque a estas alturas esto no nos puede sorprender), el jurado alabó su tortillita liá (como decimos por aquí) y ni siquiera la consideró entre las dos peores, increible.
Puede haber algo menos apetecible
Con Kevin, observamos un extraño cambio de actitud de Jordi. El planteamiento inicial era hacer unos pimientos rellenos con una mousse de espárragos, pero fue el propio Jordi el que le dijo que no era buena idea rellenar así los pimientos, que la mousse no tendría consistencia. Kevin se quedó al principio desconcertado pero adaptó su receta sacando fuera de los pimientos la mousse de espárragos (que en realidad era una salsita líquida).
Hacía tiempo que no veíamos unos espárragos de pié
Lejos de criticar que le idea inicial era mala, el jurado alabó su capacidad de adaptación (más bien la de Jordi) y prefirió cebarse con Carlos, que lo único que había hecho era sugerir que ese pellejo sequerón y gomoso que puso Kevin en su plato (presuntamente crujiente) se había hecho más de la cuenta y no le iba a servir. Incomprensible.
Antonio buscó la complicidad con Carlos
Víctor se trabajó su propia eliminación al no entender que, con la materia prima que tenía y siendo una prueba de eliminación, tenía que hacer algo más que sacar los elementos de las latas y ponerlos en el plato de una manera más o menos resultona.
Samantha muestra la única elaboración de Víctor, unos mililitros de salsa holandesa
Ya se veía venir desde el principio de la prueba, ya que nos estuvieron machacando con planos del malagueño desconcertado y sin ideas ante tal avalancha de latas y volcado en una única elaboración, una salsa holandesa que no pegaba nada con el plato.
Que suerte ha tenido Mila...
Fidel tampoco tuvo su noche y, como Victor, se olvidó de que era la prueba de eliminación de un presunto concurso de cocina y en vez de cocinar se limitó a colocar en una bandeja una serie de productos del mar, En el mejor de los casos, el producto había pasado por la plancha ligeramente, aunque la mayoría estaban tal cual habían salido del enlace.
Yo lo hubiera puesto en la calle nada más por el nombrecito del plato, bouquet de frutos del mar, tócate las narices.
Cunado abro en casa una lata mejillones, ¿puedo llamarlo bouquet de frutos del mar?
Dado el escasíimo nivel de sus rivales, Andrea pareció en esta prueba la reencarnación femenina y ñoña de Juan Mari Arzak, porque ella si que entendió que algo había que elaborar, aunque puede ser que alguien la orientara un poco.
La modelo, reorientada en su demencial idea inicial por el jurado, se marcó unos calamares rellenos de cangrejo con curry y puré de setas que yo no se si estarían buenos, pero nada más por la intención merecían salvarse de la quema.
El único plato que parecía comida
Fue Víctor el elegido. No se puede decir que fuera injusto, aunque también lo hubiera sido que se fueran Fidel, por su bouquet de las narices o Mila por su tortilla de rancho. Lo que es lamentable es que pretendan vendernos el alto nivel de los concursantes, y en una prueba de eliminación tres de los cinco candidatos presenten platos intolerables no ya para un concurso de cocina, sino incluso para un bar de carretera con mucha hambre. Yo los hubiera echado a los tres.
Después vino la lamentable entrevista de Eva, intentando sacar las tripas al entrevistado, y es curioso, nos enteramos de detalles de la vida de Víctor que si el hubiera gestionado al estilo de Sally o de Fidel, a lo mejor le hubieran servido para estar todavía dentro de este gran hermano.
Fidel celebra aliviado la expulsión de Víctor
¿Y AHORA QUÉ? LOS QUE SUBEN Y LOS QUE BAJAN
- Sube Andrea, y no creo que sea casual la protección que se ejerce sobre la infantil modelo, cada vez la veo más en Masterchef Junior el año que viene (puede estar como concursante o como jurado).
- Después de su bajada anterior, vuelve a subir Carlos, que fue el alma tanto de su preja en la prueba inicial, como de su grupo en la prueba de equipos.
- Se mantienen Antonio y Lidia, en ese limbo oscuro donde lleva un par de semanas, no corren peligro, pero tampoco sabemos exactamente por qué.
- Se mantiene Pablo, al borde del precipicio, junto con Mila, mi apuesta para la eliminación de la semana próxima.
- Baja Sally, entiendo que por cuestiones de guión. Nos la están empezando a mostrar como estancada en su progreso. Apenas la hemos visto cocinar, pero si que nos han mostrado mucho su faceta de supervillana. Yo de ella empezaría a preocuparme, la sombra de Emil es alargada.
- Baja Fidel, que también está dejando de ser el niño bonito del programa y ha estado a pinto de caerse en lo más llano.
- Baja Mila, hasta el subsuelo, su escasa pericia en la cocina, su actitud soberbia y su mala relación con muchos de sus rivales la hacen firme candidata a ser la próxima en caer.
- Baja Kevin, que cocina fatal, dirige peor y además está empezando a perder los nervios.
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...y la semana que viene, más cabreo